martes, julio 26, 2005

Upa!, upa!, la Tierruca

Eso dicen por allí.

Santander me ha brindado algunos de los mejores momentos de los últimos años. Quizás por la gente que he tenido la suerte de conocer, y que me ha hecho sentirme como en casa en una ciudad que he descubierto hace tan poco. Quizás por que allí se han cuajado algunas de las FIESTAS más divertidas en las que he estado. Quizás por mi amigo Armando y el trato con el que esa familia te enamora. Seguro, por todos los motivos a la vez.

En esta ocasión, la visita a Santander ha sido otra vez muy grande. Empezó por contar con un invitado de excepción (los genes de la familia Len), que me ayudó en la empresa de remontar el vuelo en la que estoy metido. Y vaya si lo logró. Este fin de semana he sentido el cosquilleo en el estómago que te produce el subir hasta lo más alto en poco tiempo. El remontar del vuelo me revoloteó en el estómago como lo hacen los desniveles de la carretera o la montaña rusa.

Esperaba ganar, pero no arrasar.

Pero así fue. Tuve de todo. El calor de mis amig@s, la diversión del paseo en el barco de Armando, la de la fiesta del Barco por la noche, las pozas de aguas termales de Potes, la posada más sencilla y tranquila que uno puede imaginar, y que cuenta con los picos de Europa como postal, con sólo abrir la ventana. Julio, y su hospitalidad. Y alguna sorpresa de esas que te depara la vida como compensación a los malos momentos. Bendita sorpresa.

El sabor a mar del recuerdo de Santander contendrá ahora esa especia que lo hará más especial si cabe.

Si entonces decía que hay que perder para ganar, estaba en lo cierto. Soltar el lastre que venía arrastrando me ha permitido este triunfo, que sabe muy, muy dulce.

Upa!, upa!, la Tierruca!!!

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